*Meditación**”Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos”* (Juan 10.9) En este versículo tenemos una imagen sumamente instructiva de Cristo mismo. Pronuncia una de esas afirmaciones de oro que todo verdadero cristiano debiera tener en alta estima: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos”.Por naturaleza, todos estamos separados y lejos de Dios. El pecado se alza entre nosotros y el Creador como un gran muro de separación. El sentimiento de culpa nos hace temerle. Sentir su santidad hace que nos mantengamos distanciados de Él. Tras nacer con un corazón enemistado con Dios, nos vamos distanciando cada vez más de Él por nuestras prácticas a medida que avanzamos en nuestra vida. Las primeras preguntas a las que se debe dar respuesta en la religión son las siguientes: “¿Cómo puedo acercarme a Dios? ¿Cómo puedo ser justificado? ¿Cómo puede un pecador como yo reconciliarse con el Creador?”.El Señor Jesucristo nos ha proporcionado una respuesta para todas esas importantes preguntas. Por medio de su sacrificio por nosotros en la Cruz, abrió un camino a través de la gran barrera y proporcionó perdón y paz a los pecadores: “Padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3:18). Por medio de su sangre abrió un camino hasta el lugar santísimo por el que podemos acercarnos a Dios con valor y sin temor. Y ahora puede salvar perpetuamente a todos aquellos que se acercan a Dios a través de Él. Él es “la puerta” en el sentido más excelso. Nadie puede “venir al Padre” salvo a través de Él.Asegurémonos de utilizar esta puerta y no limitarnos a quedarnos fuera mirándola. Es una puerta abierta y a disposición del mayor de los pecadores: “El que por [ella] entrare, será salvo”. Es una puerta en la que hallaremos plena y abundante provisión para todas las necesidades de nuestras almas. Veremos que podemos “entrar y salir” y disfrutar de paz y libertad. Se acerca el día en que esta puerta se cerrará para siempre y los hombres intentarán entrar y no podrán. Aseguremos, pues, nuestra salvación. No nos quedemos fuera vacilando entre dos opiniones. Entremos y seamos salvos. Esta expresión es como: “Yo soy el Pan; yo soy la Luz; yo soy el Camino”. El significado de “Yo soy la puerta” es: “Yo soy el Camino para llegar a Dios. Todos los que vengan al Padre a través de mí, hallarán seguridad y libertad por medio de mí y tendrán alimento perpetuo para sus almas”.