Meditación
«Y el SEÑOR te guiará continuamente». (Isaías 58:11 LBLA)
”El Señor te guiará». No te guiará un ángel, sino el Señor. El Señor había dicho que él no atravesaría el desierto al frente de su pueblo, sino que enviaría un ángel para que los guiara en el camino. Moisés respondió: «Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí» (Éx. 33:15).
Dios no te ha dejado bajo el cuidado de un ángel en tu peregrinación, sino que él mismo va en cabeza. Quizá no veamos la columna de nube ni la columna de fuego; pero, a pesar de ello, el Señor nunca nunca nos abandonará. Observemos la construcción afirmativa del versículo:
«El Señor te guiará».
¡Qué cierto es que Dios no va a abandonarnos! Sus preciosas promesas son mejores que los juramentos de los hombres: «No te desampararé ni te dejaré». Observemos, también, el adverbio «continuamente». No tenemos que ser guiados simplemente algunas veces, sino que necesitamos contar con un instructor permanente. Tampoco hemos de confiarnos de vez en cuando en nuestra capacidad y así vagar de un lado para otro, sino que debemos oír en todo momento la voz rectora del Gran Pastor. Si seguimos de cerca sus pasos, no erraremos, sino que se nos guiará por un camino recto hacia una ciudad habitable.
Si tenemos que cambiar de posición en la vida; si necesitamos emigrar a costas distantes; si, por casualidad, caemos en la pobreza o nos elevamos de repente a una posición más alta que la que ahora ocupamos; si nos vemos puestos en medio de extranjeros o echados de entre enemigos, no temblemos, pues «*el Señor te guiará continuamente*». No hay dilemas de que no vayamos a ser librados si vivimos cerca de Dios y nuestro corazón arde con un amor santo. “No anda mal el que anda en compañía de Dios”. Caminemos con Dios, como hizo Enoc, y no errarermos el camino. Contamos, para dirigirnos, con una sabiduría infalible; para alentarnos, con un amor inmutable; y para defendernos, con un poder eterno.
«El Señor —observemos esta palabra— te guiará continuamente».