*“Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel

*Meditación**“Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.”* (Mateo 11:27)   Todas las cosas le habían sido entregadas por Su Padre. Ésta sería una pretensión llena de presunción por parte de cualquier otra persona, pero en boca del Señor Jesús es una sencilla declaración de la verdad. En aquel momento, y frente a una creciente oposición, no parecía que estuviese Él al control; sin embargo, así era. El programa de Su vida estaba moviéndose de manera irresistible hacia un eventual triunfo lleno de gloria. Nadie conoce perfectamente al Hijo, sino el Padre. Hay un incomprensible misterio acerca de la Persona de Cristo. La unión de la deidad y de la humanidad en una sola Persona suscita problemas que dejan perpleja a la mente humana. Por ejemplo, hay el problema de la muerte. Dios no puede morir. Sin embargo, Jesús es Dios y Jesús murió. Y sin embargo Sus naturalezas divina y humana son inseparables. De modo que aunque le podemos conocer, amar y confiar en Él, hay un sentido en el que sólo el Padre puede en verdad comprenderle.Misterio grande para todos esLo que siempre eres en tu propio ser;Tu nombre, que es EL HIJO, sólo Dios,El Padre tuyo puede comprender.¡Digno, oh Cordero de Dios, eres Tú!¡Doblaos rodillas al Señor Jesús!Josiah Conder   *«Y ninguno conoce perfectamente al Padre, sino el Hijo.»* También el Padre es inescrutable. En último término, sólo Dios es suficientemente grande para comprender a Dios. El hombre no le puede conocer mediante su propia fuerza o intelecto. Pero el Señor Jesús puede revelar y revela al Padre a aquellos a quien Él quiere. Todo el que viene a conocer al Hijo viene también a conocer al Padre (Jn. 14:7).Sin embargo, tras haber dicho todo esto, hemos de confesar que al tratar de explicar el versículo 27 nos encontramos con verdades demasiado altas para nosotros. Vemos como en un espejo, oscuramente. Ni siquiera en la eternidad podrán nuestras mentes finitas apreciar plenamente la grandeza de Dios ni comprender el misterio de la Encarnación. Cuando leemos que el Padre es revelado sólo a quienes el Hijo ha querido hacerlo, podríamos sentirnos tentados a pensar en una selección arbitraria de unos pocos favorecidos. El siguiente versículo nos guarda de una interpretación así. El Señor Jesús hace una invitación universal a todos los fatigados y cargados a que acudan a Él para hallar el reposo.En otras palabras, aquellos a los que Él escoge revelar al Padre son aquellos que confían en Él como Señor y Salvador. Al examinar esta invitación de ternura infinita, recordemos que fue hecha después del craso rechazo de Jesús por parte de las favorecidas ciudades de Galilea. El odio y la terquedad humana no podían apagar Su amor y gracia.Como ha dicho A. J. McClain:“Aunque la nación de Israel está moviéndose hacia la tragedia del juicio divino, el Rey, en Su palabra final, abre de par en par la puerta de la salvación personal. Y de esta manera demuestra que es un Dios de gracia, incluso en el umbral del juicio.”

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