*Meditación*Pero cuando los fariseos salieron, se confabularon contra Él, para ver cómo podrían destruirle. Mas Jesús, sabiéndolo, se retiró de allí. Y muchos le siguieron, y los sanó a todos. Y les advirtió que no revelaran quién era Él; para que se cumpliera lo que fue dicho por medio del profeta Isaías, cuando dijo: *”Mirad, mi Siervo, a quien he escogido; mi amado en quien se agrada mi alma; sobre El pondré mi Espíritu, y a las naciones proclamara justicia. No contenderá, ni gritara, ni habrá quien en las calles oiga su voz. No quebrara la caña cascada, ni apagara la mecha que humea, hasta que lleve a la victoria la justicia. Y en su nombre pondrán las naciones su esperanza.” (Mateo 12:18-21) Lo primero que demanda nuestra atención en este pasaje es la tremenda perversión del corazón humano, de la cual nos da un ejemplo. Acallados y derrotados por los argumentos de nuestro Señor, los fariseos se hundieron aún más profundamente en el pecado. “Salieron, y tuvieron consejo contra Jesús para destruirle”.¿Qué mal había hecho nuestro Señor para que lo trataran así? Ninguno; ninguno en absoluto. No se podía presentar ninguna acusación contra su vida: era santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores (cf. Hebreos 7:26); pasaba sus días haciendo el bien. No se podía presentar ninguna acusación contra su enseñanza: había demostrado que concordaba con la Escritura y con la razón, y nadie había podido refutar sus pruebas. Pero poco importaba lo perfecta que fuera su vida o su enseñanza: le odiaban.La naturaleza humana se muestra aquí tal y como es. El corazón inconverso odia a Dios, y revelará su odio cada vez que le venga en gana y tenga la oportunidad; perseguirá a los testigos de Dios; repudiará a todo aquel que tenga algo de la mente de Dios y haya sido renovado conforme a su imagen. ¿Por qué fueron asesinados tantos profetas? ¿Por qué asociaron los judíos los nombres de los Apóstoles con algo despreciable? ¿Por qué mataron a los primeros mártires? ¿Por qué fueron quemados en la hoguera Juan Huss, Jerónimo de Praga, Ridley y Latimer? No por un pecado que hubieran cometido, ni por ninguna mala acción que hubieran hecho. Todos ellos sufrieron por ser hombres piadosos. Y la naturaleza humana inconversa odia a los hombres piadosos, porque odia a Dios.A los verdaderos cristianos no debe sorprenderles recibir el mismo trato que el Señor Jesús. “No os extrañéis si el mundo os aborrece” (1 Juan 3:13). Ni la más absoluta coherencia en sus vidas, ni la más fiel comunión con Dios, los librará de la enemistad del hombre natural. No deben torturar sus conciencias imaginando que si su comportamiento fuera más intachable, o su vida más coherente, seguro que todo el mundo los amaría; se equivocan por completo. Tendrían que recordar que no ha habido nunca más que un hombre perfecto sobre la Tierra, y que no fue amado, sino odiado. No son las debilidades de un creyente lo que el mundo desprecia, sino su piedad; no es el residuo de la vieja naturaleza lo que causa la enemistad del mundo, sino la exhibición de la nueva. Recordemos estas cosas y seamos pacientes. El mundo odió a Cristo, y el mundo odiará a los cristianos.La segunda cosa que demanda nuestra atención en este pasaje es la alentadora descripción del carác