Meditación
“también nos ha declarado vuestro amor en el Espíritu. Por lo cual también nosotros
desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos
del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que
andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena
obra, y creciendo en el conocimiento de Dios” (Colosenses 1:8-10)
El apóstol declara abiertamente que los creyentes en Colosas habían oído el mensaje del evangelio de boca de Epafras, y que habían llegado a conocerlo de una manera práctica en sus vidas. Pablo recomienda a Epafras como consiervo amado y fiel ministro de Cristo en lugar de ellos. Qué alegría ver a Pablo mostrando su aprecio por otros siervos del Señor.
Era de Epafras que el mismo Pablo había oído del amor de los colosenses en el Espíritu. No era un mero afecto humano, sino que era aquel amor genuino para con el Señor y para con Su pueblo, que es creado por el Espíritu de Dios que habita en el creyente. Ésta es la única referencia al Espíritu Santo en esta Epístola.
Habiendo concluido su acción de gracias, Pablo comienza ahora a interceder de manera específica por los santos. Ya hemos mencionado cuán amplios eran los intereses del apóstol en sus oraciones. Deberíamos igualmente observar que sus peticiones se adaptaban siempre a las necesidades del pueblo de Dios en cada lugar determinado. No oraba usando generalidades. Aquí parece hacer cuatro peticiones separadas por los colosenses: (1) perspicacia espiritual; (2) un andar digno; (3) abundancia de poder; (4) un espíritu agradecido.
No había nada mezquino ni parco en sus peticiones. Esto es sobre todo evidente en los versículos 9, 10 y 11 por su empleo de la palabra todo/toda. (1) Toda sabiduría e inteligencia espiritual (v. 9). (2) «Agradándole en todo» (v. 10). (3) «Toda buena obra» (v. 10). (4) «Todo poder» (v. 11). (5) «Toda paciencia y longanimidad» (v. 11).
Desde la primera vez que había oído de estos queridos santos en Colosas, el apóstol había comenzado a orar por ellos. Primero, oró que fuesen llenos del cabal conocimiento de la voluntad de Dios en toda sabiduría e inteligencia espiritual. No pedía que fuesen llenos del jactancioso conocimiento de los gnósticos. Querría que llegasen a ser conocedores del pleno conocimiento de la voluntad de Dios para sus vidas tal como se revela en Su palabra. Este conocimiento no es de naturaleza mundana ni carnal. Se caracteriza por la sabiduría e inteligencia espiritual —sabiduría para aplicar el conocimiento de la mejor manera, e inteligencia para ver qué es lo que concuerda con la voluntad de Dios, y qué es lo que entra en conflicto con ella.
¿Por qué quería el Apóstol Pablo que los colosenses fuesen llenos del conocimiento de la voluntad de Dios? ¿Era para que pudiesen llegar a ser poderosos predicadores o sensacionales maestros? ¿Era para que pudiesen atraer grandes multitudes a sí mismos, como intentaban hacerlo los gnósticos? ¡No!; el verdadero propósito de la sabiduría y del entendimiento espirituales es capacitar a los cristianos para que anden como es digno del Señor, agradándole en todo. Aquí tenemos una lección muy importante acerca de la cuestión de la conducción. Dios no nos revela Su voluntad para satisfacer nuestra curiosidad. Tampoco tiene la intención de dar satisfacción a nuestra ambición u orgullo. No, lo que el Señor nos enseña es Su voluntad para nuestras vidas para poderle agradar en todo lo que hacemos.