Meditación
“Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.” (Colosenses 1:1-2)
Cuando esta carta fue escrita acompañaba a Pablo el hermano Timoteo. Es bueno observar aquí la total ausencia de oficialismo en la actitud de Pablo para con Timoteo. Los dos eran miembros de una común hermandad y no había concepto alguno de una jerarquía de dignatarios eclesiásticos con pomposos títulos y con vestiduras distintivas.
1:2 Esta carta se dirige a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas. Aquí tenemos dos cautivadores nombres que en el NT se aplican a todos los cristianos. Santos significa que están separados para Dios del mundo, y que como resultado deberían vivir vidas santas. Fieles hermanos indica que son hijos de un mismo Padre por la fe en el Señor Jesús; son hermanos y hermanas creyentes. En otras secciones del NT los cristianos son también llamados discípulos y creyentes.
En Cristo se refiere a su posición espiritual. Cuando fueron salvados, Dios los puso en Cristo, «aceptados en el Amado». De ahí en adelante tenían Su vida y naturaleza. Y, consiguientemente, no podrían ya más ser vistos por Dios como hijos de Adán o como hombres irregenerados, sino que los vería ahora en toda la aceptabilidad de Su propio Hijo. La expresión en Cristo comunica más de intimidad, aceptación y seguridad que ninguna mente humana pueda comprender. La situación geográfica de estos creyentes se indica en la expresión que están en Colosas. Es dudoso que jamás habríamos oído hablar de esta ciudad si no fuese porque el evangelio fue predicado allí y hubo almas salvadas.
Pablo saluda ahora a los santos con esta cautivadora salutación: Gracia y paz sean a vosotros, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. No hay dos palabras que puedan mejor abrazar las bendiciones del cristianismo que gracia y paz. Gracia era una expresión griega común, mientras que paz era una salutación judía común; estas palabras se empleaban al encontrarse y al despedirse. Pablo las unió y elevó su sentido y empleo. La gracia presenta a Dios descendiendo a una humanidad pecaminosa y perdida en amante y tierna compasión. La paz recapitula todo lo que resulta en la vida de una persona cuando acepta la gracia de Dios como un libre don. R. J. Little dijo: «La gracia puede significar muchas cosas, y es como un cheque en blanco. La paz forma decididamente parte de la herencia del cristiano, y no deberíamos permitir que Satanás nos prive de ella». El orden de las palabras es significativo: primero gracia, y luego paz. Si Dios no hubiese actuado primero en amor y misericordia para con nosotros, estaríamos aún en nuestros pecados. Pero por cuanto tomó la iniciativa y envió a Su Hijo a morir por nosotros, tenemos ahora paz para con Dios, paz con los hombres y la paz de Dios en nuestras almas. Y habiendo dicho todo esto, uno desespera de poder jamás llegar a definir de una manera adecuada unas palabras tan magnas como estas.
Comentario de MacDonald, W.