”No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento.”(Romanos 12:2)

MEDITACIÓN

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento.”(Romanos 12:2)

Una cosa es indicarle una meta a una persona y animarla a tratar de lograrla. Pablo ha hecho esto en el v. 1. Otra cosa es mostrarle lo que debe hacer para lograrla. El apóstol, en el v. 2, muestra qué es lo que debe evitarse y qué es lo que debe hacerse para lograr la meta.

Pablo nos llama a que estemos alertas, pues corremos el gran peligro de ser presa de “el criterio de este mundo malo”.

Cuando Pablo dice: “Y no dejéis que se os moldée según el criterio de este mundo (malo)” (Versión W.H. Ver.1 Co. 2:6, 8; Gá. 1:4), está advirtiendo a los miembros de entonces y de ahora, en contra de ceder ante las diversas manifestaciones de mundanalidad por las cuales están continuamente rodeados.

La razón principal por la que Pablo advierte en contra de dejar que uno sea moldeado según el criterio de este tiempo malo, es que el interés principal del hombre nunca debe ser vivir sólo para sí mismo. El debiera hacer todo para la gloria de Dios (1 Co. 10:31).

La segunda razón es esta: ceder constantemente a la tentación de ser moldeado según el criterio de “este mundo (malo)” (1 Co. 2:6, 8; Gá. 1:4) termina en amarga desilusión, pues: “La apariencia de este mundo se está pasando” (1 Co. 7:31).

La experiencia de aquellos que permiten que sus vidas se desperdicien de esta manera se parece a la de los viajeros del desierto. Están completamente exhaustos. Sus labios se parten de sed. De repente ven en la distancia un manantial cristalino rodeado por una umbrosa arboleda. Con esperanza revivida, se apresuran a llegar a ese lugar … sólo para descubrir que han sido engañados por un espejismo. “El mundo y sus deseos pasan, pero la persona que hace la voluntad de Dios vive para siempre” (1 Jn. 2:17).

El apóstol describe el glorioso resultado de esta transformación continua: “para que comprobéis cuál sea la voluntad de Dios …”. ¿Cuál voluntad? ¿La de decreto o la de precepto? La última, por supuesto, (véase Dt. 29:29), De este modo, la voluntad de Dios se transformará cada vez más en un componente bien establecido o comprobado de la conciencia y vida de los hijos de Dios. Cuando más vivan en consonancia con esa voluntad y la aprueben, tanto más aprenderán por medio de su experiencia a conocer dicha voluntad, y a regocijarse en dicho conocimiento. Exclamarán: “Tu voluntad es nuestro deleite”.

¿Y cuál es el contenido de esa voluntad preceptiva? En otras palabras, ¿qué es lo que Dios desea que seamos y hagamos? La respuesta es sencillamente: “lo que es bueno y agradable y perfecto”.

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