Meditación: “Salmo 23”

Salmo 23    Entre todos los Salmos, el vigésimo tercero es el favorito de muchos. Beecher lo llamó el «Salmo alondra, pequeño y de plumaje poco vistoso, cantando tímidamente en la oscuridad; pero ¡ah! cómo llena el aire de todo el mundo de melodioso gozo». Después del Salmo de la Cruz (22) viene el Salmo de la Vida y de plenitud de bendición. El camino de este peregrino es como la luz del albor, que va creciendo más y más hasta llegar al día perfecto. Sigámosle paso a paso. Hubo:I. Una decisión. «Jehová es mi Pastor.» Hizo su elección personal acerca de quién iba a seguir. No iba a seguir su propio corazón ni los ciegos razonamientos de los hombres. Iba a reivindicar a Jehová como su Salvador y Conductor, y no se avergonzaría de decirlo así.II. Certidumbre. «Nada me faltará». Los impíos, aunque fuertes como leones jóvenes, padecen necesidad y hambre, pero los que buscan al Señor no carecerán de ningún bien. «Mi Dios suplirá todas vuestras necesidades». Tiene la promesa de su Pastor, y la cree.III. Reposo. «En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará» (v. 2). El reposo de la fe en el Señor es un reposo plácido y refrescante. Él no dice «reposo» sin conducir al mejor lugar en que pueda ser hallado: en su amor, los pastos delicados.IV. Conducción. «Me guiará por sendas de justicia.» Los caminos que son rectos pueden no siempre ser los caminos que parezcan más fáciles. Los peregrinos de Bunyan encontraron «más fácil» saltar la valla y tomar la senda que llevaba al castillo del Gigante Desesperación. La conducción que el Señor da es «por amor de su Nombre».VI. Valor. «Aunque pase por valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno.» La sombra de la muerte es terrible para el hombre cuya porción es en esta vida. Pero no hay mal alguno que temer cuando el Pastor está cerca (Is. 43:2).VII. Comunión. «Tú estarás conmigo.» El peregrino celestial está siempre en buena compañía. El Señor permanece al lado cuando todos los hombres abandonan (2 Ti. 4:16, 17). Su presencia es siempre suficiente en todo tiempo.VIII. Consolación. «Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.» El garrote y el báculo del pastor eran los instrumentos de defensa y de liberación. Lo que ellos eran para el pastor, la Palabra del Señor lo es para nosotros. También, la Palabra del Señor nos defiende de nuestros enemigos, nos fortalece, y un báculo para conducir o levantar a aquellos que han caído. La espada del Espíritu me infundirá aliento.IX. Provisión. «Aderezarás mesa delante de mí en presencia de mis adversarios.» Él sabe cuándo y cómo alimentar a su rebaño. Tenemos una comida que comer que los otros no conocen.X. Investidura. «Ungiste mi cabeza.» Esta unción del Santo denota autoridad y poder. Los reyes y sacerdotes eran ungidos. Sois un reino de sacerdotes para Dios (Hch. 1:8).XI. Satisfacción. «Mi copa está rebosando.» El Dios de gracia da buena medida, apretada, remecida, colmada, rebosando. La santa unción debe venir antes del rebosamiento (véase Jn. 7:37, 38).XII. Perspectiva. «Ciertamente la bondad y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días.» Bondad para suplir y misericordia para perdonar, todos los días de esta vida; y una morada preparada más allá de esta vida, donde estaremos para siempre con el Señor (Jn. 14:1–3).

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