“Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.” (Lucas 2:8-11)

Meditación

Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.” (Lucas 2:8-11)

Señalemos el lenguaje utilizado por el ángel al anunciar el nacimiento de Cristo a los pastores.

Les dijo: “*Os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo*”.No debemos sorprendernos de estas palabras. Las tinieblas espirituales que habían cubierto la Tierra durante miles de años iban a desaparecer. El camino al perdón y a la paz con Dios iba a ser abierto a todo el género humano. La cabeza de Satanás iba a ser aplastada. Se iba a proclamar libertad a los cautivos y recuperación de la vista a los ciegos. Se iba a proclamar la poderosa verdad de que Dios podía ser justo y, sin embargo, por amor a Cristo justificaría al impío. Ya no había que ver la salvación a través de tipos y figuras, sino abiertamente y cara a cara. El conocimiento de Dios ya no estaría restringido a los judíos, sino que sería ofrecido a todo el mundo gentil. Los días del paganismo estaban contados. Estaba a punto de ponerse la primera piedra del Reino deDios. Si esto no eran “buenas noticias”, no ha habido nunca noticias que merezcan ese nombre.

Señalemos quiénes fueron los primeros que alabaron a Dios cuando nació Cristo.

Fueron los ángeles, y no los hombres: ángeles que nunca habían pecado y no necesitaban un Salvador, ángeles que no habían caído y no requerían de un redentor ni de sangre expiatoria. El primer himno en honor de Dios manifestado en carne fue entonado por “una multitud de las huestes celestiales”.

Fijémonos en este hecho. Está lleno de profundas lecciones espirituales. Nos muestra qué buenos siervos son los ángeles. Todo lo que hace su Maestro celestial les agrada y les interesa. Nos muestra el claro conocimiento que tienen. Conocen el dolor que el pecado ha introducido en la creación. Conocen las bendiciones del Cielo y el privilegio de una puerta abierta a él. Sobre todo, nos muestra el profundo amor y la compasión que sienten los ángeles hacia el pobre hombre perdido. Se gozan en la gloriosa esperanza de que muchas almas se salvarán y muchos tizones serán arrebatados del fuego.

Esforcémonos por tener una mentalidad más parecida a la de los ángeles. Nuestra ignorancia y falta de vida espiritual aparecen de forma muy dolorosa en nuestra incapacidad de entrar en el gozo que vemos aquí y que expresaron ellos. Sin duda, si esperamos morar con ellos eternamente en el Cielo, debemos compartir algo de sus sentimientos mientras estamos aquí en la Tierra.

Busquemos un sentimiento más profundo de la pecaminosidad y de la tristeza que produce el pecado, y después tendremos un sentimiento más profundo de gratitud por la redención.

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