Meditación
”Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas.” (Salmo 63.1)
Todo cristiano debe desear crecer en su relación con Dios para ser más semejante a Cristo en carácter. No queremos que se nos limite en nuestra experiencia cristiana. Queremos crecer y disfrutar de la plenitud de la vida espiritual. Pero esto solo puede ocurrir mediante el alimentarnos cada día con la Palabra de Dios. El apóstol Pedro describe la actitud que debemos tener hacia nuestro crecimiento por medio de la Biblia: «Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis» (1 Pedro 2.2).
En el griego, la palabra traducida como «desead» se refiere al deseo intenso y recurrente, la forma en que los bebés ansían la leche. No importa si es de una botella o directamente de la mamá, de qué color es su habitación o incluso qué hora del día es, quieren leche y si no la consiguen a tiempo, gritan y lloran. Los creyentes deben tener el mismo tipo de inquebrantable anhelo por la Palabra de Dios.
Pedro no dijo: «leed la Biblia», o «estudiadla», o «meditarla», él dijo deseadlo. Esto es lo que Pablo llama «el amor de la verdad» (2 Tesalonicenses 2.10). En efecto, produce una actitud en su corazón que dice: «Quiero la Palabra más que cualquier otra
cosa».
Nuestro deseo debe ser tan fuerte. Tengamos en cuenta la pasión por la verdad que se indica en Proverbios 2.1–6 que nos dice:
Hijo mío, si recibieres mis palabras,
Y mis mandamientos guardares dentro de ti,
Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría;
Si inclinares tu corazón a la prudencia,
Si clamares a la inteligencia,
Y a la prudencia dieres tu voz;
Si como a la plata la buscares,
Y la escudriñares como a tesoros,
Entonces entenderás el temor de Jehová,
Y hallarás el conocimiento de Dios.
Porque Jehová da la sabiduría,
Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.
Si buscamos la verdad divina tan seriamente como algunas personas buscan las riquezas materiales, la encontraremos, porque Dios la ha puesto a nuestra disposición.